viernes, 12 de diciembre de 2014

SUEGRAS & NUERAS

Llevo la mitad del camino recorrido y creo que la vida me ha colocado en una situación poco feliz. No soy suegra ni nuera. Pero sí soy mamá de tres varones, por lo tanto seré tres veces arpía. A la luz de los hechos, esto es claramente una posición desafortunada. No es mi intensión ponerme en el papel de mártir, pero se cae de maduro que voy en camino a ser una víctima más de esta sociedad maltratadora y prejuiciosa de suegritas macanudas.
Es verdad que las suegras pueden volverse un poquito posesivas, sobre todo con las novias que pisan fuerte. También es cierto que en algunos casos son como perras que marcan el territorio dejando en claro lo que es obvio, que ellas concibieron a ese hijo, por lo tanto lo consideran propio. Podría suceder que alardeen sobre sus pilares (la carne al horno, la torta de nuez, el pespunte o el vademécum mental), pisoteando de esa manera a la pobre novata que nunca descongeló una hamburguesa ni tiene idea para qué se usa la crema de árnica. Todo esto puede ser cierto, pero evidentemente el gran problema acá, son las nueras.
En su mayoría, son todas un amor… bahhh, aparentan ser corderitos, pero esos colmillos claramente las delatan. Son intrusas que solo quieren entrar en la familia con el pie derecho y utilizan las viejas artimañas de ayudar a poner la mesa, limpiar los platos, caer con una torta de ricota y siempre, pero siempre, se sientan con las piernitas pegaditas en señal de buena educación. Ufff, si sabré de músculos tensionados en la zona de las rodillas…

Las nueras, esos bichitos tan angelicales, pueden no ser ningunas santas. Ellas saben bien lo que quieren y juegan estratégicamente esta guerra que, de tan femenina que es, se vuelve imperceptible inclusive para el mismísimo hombre galardón. Las nueras se mueven con delicadeza. Saben esperar. Dejan que la suegra piense que ha ganado la primera batalla porque saben que tienen todos los ejércitos agrupados para el contraataque. Primero se compran al suegro, paso fundamental para tener a la reina en jaque, e inmediatamente después comienzan con el temita de la orina para marcar el territorio oportunamente delimitado por la suegra. Si tienen la astucia suficiente, juegan la carta más delicada, el papel de víctima: “Tu mamá no me quiere, es obvio que la prefiere a Flor.” Ellas saben que sus lágrimas son kriptonita y que, usadas con habilidad, logran poner todas las fichas a su favor.
Antes de concluir esto que vengo a decir, voy a contar mi experiencia. Lamentablemente fue una experiencia demasiado cortita y la manera en la que la extraño a mi suegrita macanuda es descomunal. Pero voy a decir que mis comienzos no fueron de ensueño. Y, nobleza obliga, asumo por completo la culpa ya que mis inseguridades se imponían sobre la razón… (Bahhhh... hablemos con propiedad, vamos a decir las cosas como fueron) Yo creía que peleaba contra ella por el amor del mismo hombre. ¡Una absoluta ridiculez! 
 Por eso, si sos nuera te pido que no pelees. No se trata de una guerra ni de un triunfo. Él no es una medalla, sino que será hijo de ella siempre y será tu hombre si las cosas se dan. Y si no se dan, entonces tampoco se trataba de un monumento por el cual había que desangrarse.
Y... ya que estamos, aprovecho para dejar un mensajito. Si el día llega en que yo sea suegra y mis nueras leen esto, quiero decirles que seguramente las quiera mucho, pero... ¡ojo! Chiquis, yo también fui nuera. Sepan que no les tengo miedo. No me doy por vencida facilmente y peleando soy el gallo de la derecha...
¡Todo sea por la fraternidad y la unión familiar!

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